Guitarra romántica. Hacia 1830.
Iniciado el siglo XVIII Jacob Otto agrega la sexta cuerda a la
guitarra y se estandariza la afinación moderna, el cambio más significativo
sufrido por este instrumento. A mediados del siglo XIX la historia de la
guitarra moderna alcanza un gran apogeo con el español Francisco Tárrega, creador de la escuela moderna y autor del cambio en
el uso del posicionamiento de las manos y la manera de pulsar las cuerdas.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, algunas guitarras
usaban seis cuerdas simples y emplearon unas barras de refuerzo debajo de la
tapa armónica. Estas barras fueron añadidas para reforzar la estructura y
permitieron adelgazar la tapa para obtener una mayor resonancia y una mejor
distribución del sonido a lo largo de la tapa armónica. Otros desarrollos
contemporáneos incluyen el uso de un mástil reforzado y elevado usando madera
de ébano o palisandro, y la aparición de un mecanismo de tornillo metálico en
lugar de las clavijas de madera para afinar. Es importante destacar que el
trastero elevado ha tenido un gran impacto en la técnica del instrumento porque
las cuerdas estaban demasiado lejos de la tapa armónica de forma que había que
apoyar uno de los dedos de la mano derecha para que sirviera de soporte a los
demás. Estas guitarras serían reconocidas inconfundiblemente como las primeras
guitarras clásicas.
En los comienzos del siglo XIX, en los trabajos de los
españoles Agustín Caro, Manuel González, Antonio de Lorca, Manuel Gutiérrez y
otros constructores europeos incluyendo a René Lacote y al vienés Johann Stauffer encontramos las características
de los precursores más directos de la guitarra clásica moderna. Johann Stauffer
tiene una reputación legendaria. En su tienda aprendió a construir
guitarras C. F. Martin, que luego se trasladaría
a Estados Unidos y cuya firma sigue construyendo guitarras hoy en
día. También desarrolló el trastero elevado, a petición de Luigi Legnani, el guitarrista y primer intérprete de los conciertos del violinista
genovés Niccolò Paganini. Sus otros avances en la construcción de la guitarra
incluyen un mástil ajustable y reforzado con acero y las clavijas de tornillo
sin fin que todavía se usan en las guitarras modernas.
Hacia 1850 empezó el trabajo de Antonio de Torres. Con el apoyo de Julián Arcas, ambos almerienses, y sus propias y brillantes
intuiciones, Antonio Torres Jurado refinó los soportes estructurales de la
guitarra incluyendo siete varas extendidas bajo la tapa armónica. Aumentó
también el tamaño de la caja de resonancia y el ancho del mástil. Estas
innovaciones influyeron en la mejora del volumen del sonido y la respuesta en
los bajos, así como el descubrimiento de una técnica para la mano izquierda para
el enriquecimiento del repertorio. Ahora la guitarra ya estaba preparada tanto
para las demandas del solista como para las del conjunto instrumental. La
tradición constructiva en Almería se ha mantenido hasta nuestros días con
constructores como Gerundino Fernández García y Juan Miguel
González.
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