El tratado más antiguo sobre la guitarra española fue
publicado en Barcelona en 1596 por Juan Carlos Amat con el título de Guitarra española de cinco órdenes...
En 1606 Girolamo Montesardo publicó en Bolonia la primera gran obra para
guitarra titulada Nuova inventione d'involatura per sonare Il balleti
sopra la chitarra espagnuola y G. A. Colonna Intavolatura di
chitarra alla spagnuola en 1620.
Aunque todos los países reivindican su intervención en
la invención de la guitarra (con especial mención de Francia) aspectos tales
como la forma, la estructura y la afinación, derivan directamente de la
guitarra tal como los violeros ibéricos la diseñaban, sin olvidarnos de los
europeos como Johan Stauffer, de quien derivan los diseños de
su discípulo C. F.
Martin. Se atribuye la
inclusión de la quinta cuerda al músico y poeta malagueño Vicente Espinel, (Ronda, 1550) la atribución
de esta invención la realizó Lope de Vega, pero fue refutada por Nicolao Dolci
de Velasco (1640) y
por Gaspar Sanz (1684) en sus tratados sobre la guitarra española. Sustentan sus
afirmaciones en el hecho de que once años antes del nacimiento de Espinel,
Bermudo mencionó una guitarra de cinco órdenes. No obstante, aunque Espinel no
fuera el inventor de la guitarra española de cinco órdenes, probablemente fue
quien más se encargó de su difusión popular en todas las clases sociales de
España. Gaspar Sanz dice al respecto en el prólogo de su libro Instrucción de
música sobre la guitarra española:
Los italianos, franceses y demás
naciones, la gradúan de española a la guitarra, la razón es porque antiguamente
no tenía más que cuatro cuerdas y en Madrid el maestro Espinel, español, le
acrecentó la quinta y por esto, como de aquí, se originó su perfección. Los
franceses, italianos y demás naciones a imitación nuestra, le añadieron también
a su guitarra la quinta y por esto la llaman Guitarra española.
El Nuevo método por cifra para tañer guitarra
de cinco cuerdas publicado en 1630 Doici de Velasco es el más antiguo
conocido y en él afirma:
En Francia, Italia y demás países, a la
guitarra se le llama española desde que Espinel puso la quinta cuerda, quedando
tan perfecta como el laúd, el arpa, la tiorba y el clavicordio y aún más abundante que estos.
Otros autores contribuyeron de forma destacada a la
literatura sobre la guitarra, como Luis de Briceño en 1626, Lucas Ruiz de Ribayaz y Francisco Guerau, entre otros. En la Península Ibérica la guitarra era ya muy utilizada
a finales del siglo XVII, cuando Gaspar Sanz compuso su Instrucción de música sobre la guitarra
española y método de sus primeros rudimentos, hasta tañerla con destreza. Anteriormente
había guitarras de nueve cuerdas: una cuerda simple y cuatro
"órdenes".
En todo caso, parece claro que fue en España donde
tomó carta de naturaleza, pues a diferencia de las guitarras construidas en
otros países y lugares de Europa, donde se fabricaban guitarras sobrecargadas
de incrustaciones y adornos que la hacían casi imposible de tocar, la guitarra
española se hacía para ser tocada y fue tan popular que incluso Sebastián de Covarrubias, capellán de Felipe II y lexicógrafo español, llegó
a decir: "La guitarra no vale más que un cencerro, es tan fácil de tocar
que no existe un campesino que no sea un guitarrista".
Categories: Historia
0 comentarios:
Publicar un comentario